La cita con la que Steve Jobs hacía referencia a su imperio tecnológico bien podría aplicarse a una nueva relación amorosa. Conocer a otra persona conlleva momentos incómodos, comunicación fallida y, cómo no, también alguna que otra discusión. Cuando llevamos un tiempo con nuestra pareja, sabemos qué esperar, conocemos sus intenciones y también podemos predecir sus reacciones. No ocurre lo mismo cuando los baches se dan al inicio de una relación: tal vez cometas un error y el otro no te deje demostrar que éste no te define. No obstante, al empezar la relación hay que dejar algo de espacio para el misterio y la sorpresa. Ósculo Buscar en la web Pues perfectamente, en ComunidadRedPill hemos notado que cuando para tener una referencia nos ponemos puntuaciones numéricas a nosotros, a otros hombres o a las mujeres, feed gente que se ofende. Les encanta jactarse de ello. Mucho divertimiento y autoconocimiento.
Messalina, buenas tardes: Qué bueno que hayan mujeres que puedan gritar a los cuatro vientos que tu estatus cambio de amante a esposa, no nos dices si eres esposa de tu amante, si es así que bueno por ti, te sugiero eso sí, que tengas una mente abierta por lo que pueda trascender, porque si, hay hombres y mujeres que se casan con la persona equivocada, pero también hay otros tantos que dejan a una persona equivocada, por otra equivocación. Te esperamos. Duele ser la otra.
Y sí, te vamos a hablar de una aplicación para ligar. Buceando en el mundo de las aplicaciones para acertar pareja, hemos encontrado una que no va de eso. Vamos un aquende te pillo, aquí te mato de toda la vida, pero acrecentado gracias a las nuevas tecnologías. Su nombradía, PURE. Que nadie la use. Estoy totalmente de acuerdo. Estafa absoluta. Hermano Elvis caíste en el jamo men jejejeje, me hubieras preguntado bro,yo te hubiera advertido que no te tiraras ahí ni con paracaídas que son todas un timo total jajajaa.
Pero cuando entré vi que mi amiga no necesitaba ayuda alguna. Comprendí que mi amiga había ido deliberadamente en busca de esa oportunidad, y en un momento entendí que no solo iba a pasarme lo mismo, sino que no tenía siquiera una excusa para evitarlo. Me senté a su lado, se escuchó un primer dulce quejido de aceptación en la cocina y me dejé besar. Cuando nos fuimos al dormitorio, yo ya semidesnuda, mi amiga cabalgaba a su hombre enloquecida. No había forma de no mirarla. Estaba mojada totalmente, de transpiración por el esfuerzo y el calor del momento. Me miró con los ojos entrecerrados, y alcanzó a susurrarme hacelo, hacelo.